CAPITULO DOS
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad.
CUENTA LALI:
Me miré al espejo de manera crítica, pero
me gustó lo que veía. Llevaba un shortcito muy corto, que casi dejaba ver mis
nalgas, y una remera blanca escotada muy ajustada. Me encantaba vestir de
manera provocativa y llevarme las miradas de todos mientras caminaba por la
calle, o dejar que me apoyaran sin querer, y hacerme la desentendida. No, no
soy histérica ni calientapavas. Sencillamente soy así, me gusta provocar, y que
me provoquen, y me encanta el sexo. Me calienta hacerme desear, y saber que me
desean. Tuve mi primera vez a las 14, solo para conseguir que un chico de 17 me
diera bola. Y la pasé tan bien, que desde ahí no paré.
Euge, mi mejor amiga, es la única que me
entiende, porque le pasaba lo mismo hasta hace unos meses, que conoció a un tal
Nico y dice estar enamorada. Yo no estoy segura.
Sin embargo, esa tarde iba a conocer a ese
tal Nico. Euge me había comentado que tenía que dar un exámen de Biología, que
era la carrera que yo estudiaba, asi que él había quedado en venir a casa para
que lo ayudara con algunos temas.
Eran cerca de las 18hs cuando sonó el
timbre de casa. Me recogí el cabello, que me molestaba debido al calor, y abrí
la puerta. Creo que me quedé tildada un momento, antes de saludar.
- Ho, hola, ¿Cómo estas? Vos debés ser
Nico, ¿no?
Él asintió. Era un rubio infernal. Tenia
rulitos y el cabello un poco largo, y un cuerpo de primera. "Es el novio
de Euge" me repetí incansablemente, aunque la temperatura no me bajaba.
Él también me miraba un poco tildado.
- Gracias por ofrecerte a ayudarme con
esto, che... dijo mientras nos sentabamos en la mesa. Dije alguna tonteria como
"No es molestia" y empezamos a revisar los temas, mientras intentaba
explicarle lo que no entendía. Él hacía sonristas nerviosas, que solo hacían
que me gustara mas, porque le costaba entender, pero yo le daba ejercicios para
que practicara y lo fue memorizando.
Lo cierto es que aunque fuera el novio de
Euge no podía evitar mis intentos de provocarlo. Estaba tan acostumbrada a
hacer eso con los hombres que ni siquiera me sentía culpable. Mientras hacía
los ejercicios, me apoyaba sobre la mesa para explicarselos, dejando mi escote
a su vista, mientras él trataba de apartar la vista y concentrarse en los
ejercicios.
- ¿Querés tomar algo?- pregunté con una
sonrisa, levantandome de la silla.- ¿Un café? ¿un te? ¿alguna bebida?...
- Un café esta bien- aceptó.
Caminé a la cocina notando que me seguía
con la mirada.
CUENTA NICO:
¡Por Dios! Lo que era esta minita. La verdad
es que no se como hice para hacer bien los ejercicios con tremenda perra de
compañía. Si no me estaba tirando los galgos, me hago monje. Era extraño,
porque una parte mía me exigía recordar a Euge y mis intentos de dejar de ser
tan mujeriego, pero la otra creía que el hecho de que fuera la mejor amiga de
mi novia solo hacía todo más excitante, y se la quería coger ya mismo arriba de
la mesa.
Desde la silla podía ver que prendía la
hornalla y ponía el agua a calentar. Después se acercó a la alacena tratando de
alcanzar un tarro que estaba en la cima. Sonreí al ver que hacía puntitas de
pie, sin llegar. Me paré servicialmente, acercándome.
Ella se estiraba, apoyada sobre la mesada,
y yo no podía dejar de mirarla. Su colita era preciosa, y se estaba ofreciendo
sin obstáculos delante mio.
- ¿Qué queres agarrar?- pregunté, mirando
la alacena.
- El azucar...- dijo forzozamente, sin
llegar.
- Dejame ayudarte...- dije tranquilamente.
Apoyé mi mano en la mesada, para que no pudiera moverse, y me acerqué, apoyando
suavemente mi pija en su cola, como por casualidad. Noté que se movía algo
confundida, tal vez, por mi atrevimiento, y mi mano se juntó con la suya arriba
de la alacena. De repente, nos habíamos olvidado del azucar.
Yo no quería moverme para no dejar de sentir
esa colita en mi pija, que se agradaba bajo mis pantalones. Al ver que no se
resistía, me apoyé un poco mas desacaradamente, mientras ella soltaba un
suspiro y hacía puntitas de pie, para que la apoyara mejor. Solo podíamos
escuchar nuestros latidos acelerados y nuestra respiración agitada por la
calentura que los provocaba la situación.
Cuando ya no podíamos más, ella se dio
vuelta, sin moverse, logrando que ahora sus lolas quedaran sobre mi pecho. Me
miraba con picardía.
- ¿Querés un poquito de agua?- me dijo
seductoramente.
La miré sin entender mientras ella apagaba
la hornalla y tomaba un vaso de agua que estaba sobre la mesada y lo ponía
delante mio. Luego, para mi sorpresa, lo volcó sobre su remera, logrando que
sus pezones quedaran marcados y duritos bajo la remera blanca. Al parecer, no
llevaba sostén.
- Ups, se me cayó- exclamó mordiendose el
labio. Ahí no aguante mas.
La tomé de la cintura y la senté en la
mesada, mientras empezaba a besar sus tetas por encima de la remera. Ella me rodeo con sus piernas, logrando que
quedaramos mas cerca. Mi lengua recorría todos sus pezones, que estaban
demasiado duritos y erectos, mientras mis manos los pellizcaban. Mientras
tanto, ella me sacaba la remera.
- ¡Que bueno que estas, rubio! Te tenía
ganas desde que entraste...- dijo antes de besarme. Era increible la morocha.
Me rodeo con sus brazos, mientras nuestras lenguas se encontraban dentro de
nuestras bocas. Mientras me besaba, se colgó encima mio, sosteniendo sus
piernas en mi cintura y con sus manos en mi cuello. La seguí besando hasta
llevarla al comedor. Con una mano corrí los libros y el cuaderno, y la senté
ahi.
- Sos una perra, morocha... yo también te
quiero coger desde que llegué...
Se sacó la remera de una, dejando sus
pechos húmedos al aire, y se recostó en la mesa, con las piernas abiertas,
acariciandose las tetas.
- Sacame el shortcito, rubio- me pidió, sin
dejar de tocarse.- ¿Me querés coger? ¡Dale! Metemela bien adentro, haceme tuya,
divino...
- Que puta que sos, morocha! me encantas!-
exclamé, sacandole el short y la ropa interior. Ella se acostó completamente en
la mesa, mientras yo deleitaba mi vista con el cuerpo de esa mina. Estaba para
darle 25hs al día. Era increible.
- Soy toda tuya...- dijo mirandome con
seducción.- Aca me tenes, rubio... ¿que queres hacerme?
Recorrí la mesa besando todo su cuerpo.
Primero fui hasta donde tenía apoyada su cabeza y me incliné sobre ella para
besar y chupar sus pechos, mientras ella aprovechaba para desabrochar mis
pantalones. Me los saqué y seguí, besando su pancita hasta llegar a su
conchita, completamente depilada y mojada. Abrí sus piernas hundí mi cabeza en
ella. Dejé que mi lengua llegara al fondo, mientras ella gritaba como una loca.
Definitivamente sabía como calentar tipos.
- Ahhhhhhhhhhhh, que rica tu lenguita,
rubio. ¡Metemela mas adentro! ¡CHUPAMELAAAA!!!
Seguí cojiendola con mi lengua dentro de su
concha, que cada vez estaba mas mojada, mordiendo sus labios vaginales,
mientras le colaba dos deditos. Era tan putita que la tenía bien abierta, asi
que llegué a meterle cuatro dedos, adentro y afuera, mientras ella no dejaba de
gritar.
- Ahhhhhhhh Dios, me encantaaa,
seguiiiiiiiii
Me miró llena de placer, se sentó en la
mesa y me bajó los boxer de una. Mi pija salió completamente parada y ella sonrió.
Se agachó sin dejar de mirarme mientras yo tomaba su cabello recogido y le
metía mi pija dentro de la boca. Ella la chupaba como una maestra. Dios, se
notaba que tenía experiencia. Fue la mejor chupada de mi vida. Primero pasaba
la lenguita por la punta, pajeandome con la mano, y desp se la metia hasta la
garganta, cada vez más rápido. Cuando estaba a punto de acabar volvió a
sentarse en la mesa, apoyando sus pies a cada lado, y con su conchita bien
abierta adelante mio. Apoyó los brazos en la mesa.
- Cojeme, rubio. Quiero sentir tu pija bien
adentro.
No la hice esperar y se la metí de una.
Aproveché las embestidas para seguir chupando sus tetas, que se movían arriba y
abajo delante de mis ojos. Ella seguía gritando, hasta que se acercó para
besarme y volvió a colgarse en mi cuello, alejandome de la mesa y saltando
sobre mi, todavía con mi pija en su interior. La acerqué a una pared,
acorralandola sobre la espalda, para seguir cogiendola. Era tremenda la
morocha.
CUENTA LALI:
Dios, este rubio era el paraiso. Tenía mis
manos y mi espalda en la pared mientras Nico seguía poniendomela. Tenía una
pija enorme y la tenía toda adentro mio ¡que exitación!
- Voy a acabar morocha- dijo aflojando los
movimientos, pero yo me aferré mas a su cuello, sin parar el ritmo.
- La quiero adentro- logré decir.- Quiero
toda tu lechita adentro mio...
- Pero...- parecia confundido.- No nos
estamos cuidando...
Hundí su cabeza entre mis pechos, ahogando
su voz, mientras sentía que llegaba al clímax.
- AhhhhhhhhhhhhhH!!!! PREÑAME,
RUBIO!!!!!!!! no me importaaaaa nadaaaa- grité, mientras él aceleraba por
ultima vez antes de que llegaramos a un orgasmo simultáneo.
- Lo que sos, morocha!!! - exclamó con el
poco aire que le quedaba mientras nos dejabamos caer en el suelo, agotados.-
Una maestra....
- ¿De biología, no?- sonreí.
- Si- me guiñó un ojo.- la mejor.
--- Tatiii <3
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