lunes, 16 de abril de 2012

CAPITULO DOS

 

 CAPITULO DOS
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad. 

CUENTA LALI:

Me miré al espejo de manera crítica, pero me gustó lo que veía. Llevaba un shortcito muy corto, que casi dejaba ver mis nalgas, y una remera blanca escotada muy ajustada. Me encantaba vestir de manera provocativa y llevarme las miradas de todos mientras caminaba por la calle, o dejar que me apoyaran sin querer, y hacerme la desentendida. No, no soy histérica ni calientapavas. Sencillamente soy así, me gusta provocar, y que me provoquen, y me encanta el sexo. Me calienta hacerme desear, y saber que me desean. Tuve mi primera vez a las 14, solo para conseguir que un chico de 17 me diera bola. Y la pasé tan bien, que desde ahí no paré.
Euge, mi mejor amiga, es la única que me entiende, porque le pasaba lo mismo hasta hace unos meses, que conoció a un tal Nico y dice estar enamorada. Yo no estoy segura.
Sin embargo, esa tarde iba a conocer a ese tal Nico. Euge me había comentado que tenía que dar un exámen de Biología, que era la carrera que yo estudiaba, asi que él había quedado en venir a casa para que lo ayudara con algunos temas.
Eran cerca de las 18hs cuando sonó el timbre de casa. Me recogí el cabello, que me molestaba debido al calor, y abrí la puerta. Creo que me quedé tildada un momento, antes de saludar.
- Ho, hola, ¿Cómo estas? Vos debés ser Nico, ¿no?
Él asintió. Era un rubio infernal. Tenia rulitos y el cabello un poco largo, y un cuerpo de primera. "Es el novio de Euge" me repetí incansablemente, aunque la temperatura no me bajaba.
Él también me miraba un poco tildado.
- Gracias por ofrecerte a ayudarme con esto, che... dijo mientras nos sentabamos en la mesa. Dije alguna tonteria como "No es molestia" y empezamos a revisar los temas, mientras intentaba explicarle lo que no entendía. Él hacía sonristas nerviosas, que solo hacían que me gustara mas, porque le costaba entender, pero yo le daba ejercicios para que practicara y lo fue memorizando.
Lo cierto es que aunque fuera el novio de Euge no podía evitar mis intentos de provocarlo. Estaba tan acostumbrada a hacer eso con los hombres que ni siquiera me sentía culpable. Mientras hacía los ejercicios, me apoyaba sobre la mesa para explicarselos, dejando mi escote a su vista, mientras él trataba de apartar la vista y concentrarse en los ejercicios.
- ¿Querés tomar algo?- pregunté con una sonrisa, levantandome de la silla.- ¿Un café? ¿un te? ¿alguna bebida?...
- Un café esta bien- aceptó.
Caminé a la cocina notando que me seguía con la mirada.

CUENTA NICO:

¡Por Dios! Lo que era esta minita. La verdad es que no se como hice para hacer bien los ejercicios con tremenda perra de compañía. Si no me estaba tirando los galgos, me hago monje. Era extraño, porque una parte mía me exigía recordar a Euge y mis intentos de dejar de ser tan mujeriego, pero la otra creía que el hecho de que fuera la mejor amiga de mi novia solo hacía todo más excitante, y se la quería coger ya mismo arriba de la mesa.
Desde la silla podía ver que prendía la hornalla y ponía el agua a calentar. Después se acercó a la alacena tratando de alcanzar un tarro que estaba en la cima. Sonreí al ver que hacía puntitas de pie, sin llegar. Me paré servicialmente, acercándome.
Ella se estiraba, apoyada sobre la mesada, y yo no podía dejar de mirarla. Su colita era preciosa, y se estaba ofreciendo sin obstáculos delante mio.
- ¿Qué queres agarrar?- pregunté, mirando la alacena.
- El azucar...- dijo forzozamente, sin llegar.
- Dejame ayudarte...- dije tranquilamente. Apoyé mi mano en la mesada, para que no pudiera moverse, y me acerqué, apoyando suavemente mi pija en su cola, como por casualidad. Noté que se movía algo confundida, tal vez, por mi atrevimiento, y mi mano se juntó con la suya arriba de la alacena. De repente, nos habíamos olvidado del azucar.
Yo no quería moverme para no dejar de sentir esa colita en mi pija, que se agradaba bajo mis pantalones. Al ver que no se resistía, me apoyé un poco mas desacaradamente, mientras ella soltaba un suspiro y hacía puntitas de pie, para que la apoyara mejor. Solo podíamos escuchar nuestros latidos acelerados y nuestra respiración agitada por la calentura que los provocaba la situación.
Cuando ya no podíamos más, ella se dio vuelta, sin moverse, logrando que ahora sus lolas quedaran sobre mi pecho. Me miraba con picardía.
- ¿Querés un poquito de agua?- me dijo seductoramente.
La miré sin entender mientras ella apagaba la hornalla y tomaba un vaso de agua que estaba sobre la mesada y lo ponía delante mio. Luego, para mi sorpresa, lo volcó sobre su remera, logrando que sus pezones quedaran marcados y duritos bajo la remera blanca. Al parecer, no llevaba sostén.
- Ups, se me cayó- exclamó mordiendose el labio. Ahí no aguante mas.
La tomé de la cintura y la senté en la mesada, mientras empezaba a besar sus tetas por encima de la remera.  Ella me rodeo con sus piernas, logrando que quedaramos mas cerca. Mi lengua recorría todos sus pezones, que estaban demasiado duritos y erectos, mientras mis manos los pellizcaban. Mientras tanto, ella me sacaba la remera.
- ¡Que bueno que estas, rubio! Te tenía ganas desde que entraste...- dijo antes de besarme. Era increible la morocha. Me rodeo con sus brazos, mientras nuestras lenguas se encontraban dentro de nuestras bocas. Mientras me besaba, se colgó encima mio, sosteniendo sus piernas en mi cintura y con sus manos en mi cuello. La seguí besando hasta llevarla al comedor. Con una mano corrí los libros y el cuaderno, y la senté ahi.
- Sos una perra, morocha... yo también te quiero coger desde que llegué...
Se sacó la remera de una, dejando sus pechos húmedos al aire, y se recostó en la mesa, con las piernas abiertas, acariciandose las tetas.
- Sacame el shortcito, rubio- me pidió, sin dejar de tocarse.- ¿Me querés coger? ¡Dale! Metemela bien adentro, haceme tuya, divino...
- Que puta que sos, morocha! me encantas!- exclamé, sacandole el short y la ropa interior. Ella se acostó completamente en la mesa, mientras yo deleitaba mi vista con el cuerpo de esa mina. Estaba para darle 25hs al día. Era increible.
- Soy toda tuya...- dijo mirandome con seducción.- Aca me tenes, rubio... ¿que queres hacerme?
Recorrí la mesa besando todo su cuerpo. Primero fui hasta donde tenía apoyada su cabeza y me incliné sobre ella para besar y chupar sus pechos, mientras ella aprovechaba para desabrochar mis pantalones. Me los saqué y seguí, besando su pancita hasta llegar a su conchita, completamente depilada y mojada. Abrí sus piernas hundí mi cabeza en ella. Dejé que mi lengua llegara al fondo, mientras ella gritaba como una loca. Definitivamente sabía como calentar tipos.
- Ahhhhhhhhhhhh, que rica tu lenguita, rubio. ¡Metemela mas adentro! ¡CHUPAMELAAAA!!!
Seguí cojiendola con mi lengua dentro de su concha, que cada vez estaba mas mojada, mordiendo sus labios vaginales, mientras le colaba dos deditos. Era tan putita que la tenía bien abierta, asi que llegué a meterle cuatro dedos, adentro y afuera, mientras ella no dejaba de gritar.
- Ahhhhhhhh Dios, me encantaaa, seguiiiiiiiii
Me miró llena de placer, se sentó en la mesa y me bajó los boxer de una. Mi pija salió completamente parada y ella sonrió. Se agachó sin dejar de mirarme mientras yo tomaba su cabello recogido y le metía mi pija dentro de la boca. Ella la chupaba como una maestra. Dios, se notaba que tenía experiencia. Fue la mejor chupada de mi vida. Primero pasaba la lenguita por la punta, pajeandome con la mano, y desp se la metia hasta la garganta, cada vez más rápido. Cuando estaba a punto de acabar volvió a sentarse en la mesa, apoyando sus pies a cada lado, y con su conchita bien abierta adelante mio. Apoyó los brazos en la mesa.
- Cojeme, rubio. Quiero sentir tu pija bien adentro.
No la hice esperar y se la metí de una. Aproveché las embestidas para seguir chupando sus tetas, que se movían arriba y abajo delante de mis ojos. Ella seguía gritando, hasta que se acercó para besarme y volvió a colgarse en mi cuello, alejandome de la mesa y saltando sobre mi, todavía con mi pija en su interior. La acerqué a una pared, acorralandola sobre la espalda, para seguir cogiendola. Era tremenda la morocha.

CUENTA LALI:

Dios, este rubio era el paraiso. Tenía mis manos y mi espalda en la pared mientras Nico seguía poniendomela. Tenía una pija enorme y la tenía toda adentro mio ¡que exitación!
- Voy a acabar morocha- dijo aflojando los movimientos, pero yo me aferré mas a su cuello, sin parar el ritmo.
- La quiero adentro- logré decir.- Quiero toda tu lechita adentro mio...
- Pero...- parecia confundido.- No nos estamos cuidando...
Hundí su cabeza entre mis pechos, ahogando su voz, mientras sentía que llegaba al clímax.
- AhhhhhhhhhhhhhH!!!! PREÑAME, RUBIO!!!!!!!! no me importaaaaa nadaaaa- grité, mientras él aceleraba por ultima vez antes de que llegaramos a un orgasmo simultáneo.
- Lo que sos, morocha!!! - exclamó con el poco aire que le quedaba mientras nos dejabamos caer en el suelo, agotados.- Una maestra....
- ¿De biología, no?- sonreí.
- Si- me guiñó un ojo.- la mejor.

 --- Tatiii <3

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