CAPITULO DOCE
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad.
Rocío sentía un nudo
en el pecho, mezcla de angustia y bronca. No podía explicárselo completamente,
y eso solo aumentaba su sensación de vacío. Sus ojos claros y dulces estaban
enrojecidos mientras salía lentamente de su casa, luego de haberla recorrido
mil veces por completo, sin hallar las respuestas a esas preguntas que la
atormentaban. Se dejó caer en la acera, dejando que ese mal recuerdo la
envolviera una vez más, mientras una lágrima caía por su rostro.
(FLASH BACK)
Simón estaba en el
sillón, en el living de su casa, mientras esperaba a su novia, que se cambiaba
en la habitación después de una noche maravillosa juntos.
- Dale, mi amor…-
gritó con dulzura.- Se hace tarde y…- se dio vuelta y la vio venir
completamente embalada.- Al fin, Rochi, ya iba a…- ella se acercó con furia y
le plantó una cachetada en la mejilla.- ¿QUÉ HACES? ¿¡TE VOLVISTE LOCA!?-
preguntó desconcertado, mientras se frotaba la mejilla colorada.
- ¿QUÉ HACES VOS,
NENE? ¿¡QUIEN CARAJO ES MERY, PABLO!?- soltó furiosa, con el rostro
completamente desencajado.- DALE, DECIME- insistió golpeando su pecho.- ¿QUIÉN
ES ESA PUTA? ¿¡HACE CUANTO QUE TE LA COGES!?
- No sé de que
hablas, mi amor…- susurró el tratando de tranquilizarla.
- ¡DE ESTO! ¡DE ESTO
HABLO!- gritó ella, poniendo delante suyo la pantalla de su celular.
Era un mensaje de
texto.
Remitente: Mery.
“Nunca me vas a
hacer enojar suficiente, mi amor. Somos y seremos. Vos ya sabes. ;)”
Y para rematar,
seguía una foto, en la que se veía a Pablo, con una chica alta y rubia sentada
en sus rodillas, ambos sonriendo radiantemente.
- Para, yo te puedo
explicar…- exclamó algo turbado luego de ver su propio teléfono.
- ¡NADA! ¡Nada me
podes explicar!- bramó Rocío furiosa antes de tomar su bolso con fiereza y
salir de la casa de su novio, con un gran portazo.
(FIN
FLASH BACK)
Rocío se sentía
humillada. No sabía exactamente lo que sentía o había sentido por Pablo, pero
realmente había apostado a esa relación, había pensado una vida junto a él. Era
cierto que ella lo había engañado con Gastón, pero sentía que eso era algo…
inevitable. Tal vez no fuera esa la palabra justa, pero sentía que nunca iba a
poder desprenderse realmente de ese rubio, con quien sea que estuviera. Y no
estaba segura de querer hacerlo.
Su hermana Euge fue
a visitarla a la tarde, tomaron mate, charlaron y vieron algunos videos, pero luego
tuvo que regresar a su casa.
- Perdón hermanita…-
se disculpó.- Pero le dije a Lali que iba a pasar a verla, de paso me va a
acompañar a comprar, porque esta noche viene Nico a cenar…- explicó- ¿Seguro
que vas a estar bien?- preguntó algo insegura.- Porque sino puedo…
- Voy a estar bien,
Euge, no te preocupes.- la tranquilizó con una sonrisa.
La rubia se fue y
Rochi fue a buscar un poco de jugo a la heladera cuando sintió que el timbre
sonaba.
- ¿Qué te olvidaste
hermanita?- bramó con una sonrisa mientras abría la puerta- Siempre te…- se
interrumpió.- ¡Rubiecito! ¿Qué haces acá?- se extrañó.
- Bueno… ¿esa es la
manera de darle la bienvenida a tu mejor amigo, rubia?- le reprochó Gastón
mientras la saludaba con un abrazo.
- No, perdón… es que
recién acaba de irse Euge y pensé que se había olvidado algo- explicó ella
mientras correspondía el abrazo de Gas, dejando que la envolviera en sus
brazos.
Se sentaron en los
sillones, con un termo de capucchino y un paquete de galletitas de chocolate, y
empezaron a charlar de tonterías. Antes de darse cuenta, le estaba contando
todo lo que había pasado con Pablo. Sabía que iba a hacerlo tarde o temprano.
Gastón la conocía más que nadie y siempre podía sonsacarle las cosas, aunque
ella tratara de negarse.
Gastón estaba
sentado sobre el sillón, con una taza en sus manos, y Rocío estaba recostada,
con su cabeza en las piernas de él, hablando y dejando escapar algunas
lágrimas.
- No te preocupes,
rubiecita… él se lo pierde…- le dedicó una sonrisa, mientras apartaba el
cabello de su rostro con dulzura.- Vos te mereces algo mejor ¿sabes?- susurró.-
Alguien a quien le baste tu mirada para seguir viviendo… alguien que sea feliz
con el simple hecho de verte… alguien que te valore, con todo lo que sos... que sepa todo lo que sos... alguien que te ame tanto como para lograr que
tus ojos nunca, pero nunca dejen de brillar, Ro…- su voz había ido bajando
hasta convertirse en un susurro, mientras ella lo miraba fijamente, sintiendo
cada palabra que él pronunciaba como una caricia a su alma.
En un impulso se
incorporó, sentándose sobre su regazo, con las piernas estiradas en el sillón,
mientras sus manos acariciaban las mejillas del rubio y, callando sus palabras,
sus labios se unían a los suyos, en una mezcla de ternura y desesperación.
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Vico estaba
recostado en su cama, sin poder sacar la vista de la morocha que dormía
plácidamente a su lado. Su cabello desordenado se esparcía por el almohadón,
mientras la sábana la tapaba ligeramente.
Había despertado
extrañado, con su mano sobre su pecho, y había tenido una extraña sensación.
Hacía mucho tiempo que no se despertaba con una mujer a su lado.
Ella empezó a
desperezarse y él fingió que recién despertaba, mirándola con una sonrisa
traviesa.
- Mmmm- exclamó
estirando sus brazos.- Hola flaqui…- susurró mientras dejaba que sus labios se
encontraran, pasando su brazo por su cintura y acercándola a él.
Ella sonrió,
besándolo con ternura.
- Hola Negri ¿cómo
estas?- exclamó con suavidad, pero de repente se sobresaltó, empezando a buscar
su mochila.- ¿¡QUÉ HORA ES?! ¡AY! ¡Tengo que ir al colegio!- exclamó turbada,
pero él la tranquilizó.
- Eh, tranquila…-
susurró, dándole un beso para callarla.- Son las seis de la mañana…- le dio
otro beso.- Tenes tiempo…- sonrió.
Ella se tranquilizó.
- ¿Tomamos algo
antes de que te vayas?- propuso él alegremente. Ella asintió con una sonrisa
mientras veía que él se levantaba, con el torso desnudo y un short, y se
dirigía a la cocina.
Sin dejar de
sonreír, se vistió y lo siguió.
**************************
Gastón seguía el
beso de Rochi, cada vez con más intensidad. Ella rodeo su cuello con sus
brazos, aferrándose a él y aumentando la presión del beso, que cada vez era más
apasionado. No podía controlar lo que le pasaba con él, cada vez que estaban
juntos. Y mientras empezaba, sin dejar de besarlo, a desabrochar su camisa, no
pudo evitar recordar la primera vez que habían estado juntos. Su primera vez,
de hecho, cuando todavía eran novios y no tenían dudas de que su amor era único
y para siempre.
Él acariciaba su
mejilla con ternura, mientras ella, sentada sobre él, besaba su cuello.
- Te amo…- susurró a
su oído. Era la primera vez que se lo decía, y él sonreía con ese esplendor que
solo aparecía cuando estaba junto a ella.
- Yo también te amo,
mi amor…- murmuró, mientras sus manos apartaban el cabello de su rostro,
quedándose a la altura de su oído, y sus labios la besaban con amor.
Rocío metió sus
manos bajo la camisa desabrochada de Gastón, acariciando su espalda tibia con
sus manos frías, estremeciéndolo. Sus lenguas jugaban con pasión, enredándose
dentro de sus bocas, mientras él se encargaba de sacar su remera, acariciándola
con ternura y apretándola contra su pecho.
Gastón besaba su
cuello, tratando de apoderarse de cada parte suya, mientras ella suspiraba
llena de placer.
- ¿Estás segura de
esto, mi amor?- preguntó el con dulzura, mirándola con la profundidad de sus
ojos claros.
Ella asintió.
- Si, Gas. Quiero
que me hagas tuya.- susurró, en voz baja pero audible.- Quiero que me hagas
tuya hoy y para siempre…- exclamó antes de volver a hundirse en sus labios.
Rocío ya no tenía su
remera y se encargó de que quedaran en iguales condiciones deshaciéndose por
completo de la camisa de Gastón, que quedó en el piso. Seguía abrazándolo con
fuerza, disfrutando el calor que le producía el contacto con su piel tibia. Podía
sentir los latidos en su pecho, al mismo ritmo que los suyos, en sintonía,
mientras la respiración de ambos se iba acelerando. Él dejó que sus labios
empezaran a recorrerla. Sus manos acariciaban sus pechos, tocaban sus pezones,
que luego dirigía a sus labios para succionarlos y recorrerlos con su lengua.
Ella se dejaba llevar por el placer que le iba generando. Con sus manos juntó
sus pechos para que a él le fuera mas fácil, y él empezó a pasar su lengua de
uno a otro, enloqueciéndola.
Él la recostó
sobre el sillón, reclinándose sobre ella. Ella lo abrazaba, disfrutando de cada
sensación por primera vez y sintiéndose feliz de que fuera junto a él.
- Sos hermosa…- le
susurró al oído, mientras sus besos bajaban por su cuello y sus manos iban
desabrochando la camisita que llevaba. Los besos eran suaves y delicados.
Él no dejaba de
interrumpirse a cada rato, solo para mirarla.
Volvió a besarla
mientras sus manos empezaban a tocar sus pechos sobre su sostén. Se inclino
solo un momento para quitarse su remera, mientras ella se mordía el labio y
volvía a besarlo.
Sus manos empezaron
a palpar el pantalón del rubio, que dejó escapar una sonrisa pícara. Ella
también sonrió, disfrutando de esa sensación de calma y confianza que la
atacaba cada vez que estaba con él. Era como si sus cuerpos se reconocieran y
se sintieran completos cuando estaban juntos. Con él no necesitaba pensar las
cosas, preocuparse con anticipación o preguntarse como saldrían. Simplemente
bastaba con dejarse llevar y tenía la seguridad de que siempre saldrían bien.
Sus labios sellaron los de él, mientras sus manos desabrochaban finalmente su
pantalón y empezaban a jugar con su bulto por sobre su ropa interior. Gastón
suspiraba cada vez mas agitado, disfrutando la excitación que la rubia le
provocaba.
Ella lo miraba y
él, con el torso desnudo, la miró antes de volver a inclinarse sobre ella una
vez más.
- ¿En que pensas?-
preguntó en un susurro. Ella sonrió.
- En que no hay
absolutamente nada de vos que no me guste....- confesó, mientras lo besaba una
vez más. El empezó a frotar su miembro sobre ella, mientras sus manos empezaban
a hurgar bajo el sostén, bajándolo por completo. Dejó un momento los labios de
la rubia para empezar a besar sus pechos, pasando su lengua por los pezones
erectos de la rubia, que cerraba los ojos y dejaba que el placer empezara a
inundarla.
Rocío se sentó sobre
Gastón, empezando a frotar su intimidad contra el miembro de él, ambos con los
ojos cerrados. Unos minutos después, se paró un momento para sacarse sus jeans,
mientras él la miraba sonriendo.
- ¿En que pensas?-
quiso saber ella. Él sonrió.
- En lo mucho que me
gustas…- confesó mientras la acercaba y se deshacía de su ropa interior. Ella
se mordió el labio, mientras volvía a sentarse sobre él, esta vez usando sus
manos para sacar el miembro de Gastón de sus boxer. Volvió a hundirse en sus
labios mientras lo masturbaba con sus manos, con movimientos rítmicos que iban
en aumento, sintiendo como ella también empezaba a humedecerse.
Cuando él la
penetró, luego de haber explorado con sus manos cada parte de su cuerpo, ella
sintió que una parte suya se iba para siempre de su cuerpo y quedaba tallada en
la de ese rubio que un buen día había cambiado su vida, mientras una parte de
él quedaba para siempre en ella, grabada a fuego. Él empezó a entrar y salir de
ella con delicadeza, para que ella se acostumbrara al vaivén, y luego empezó a
hacerlo más rápido. Sus manos se aferraron mientras suspiraban de placer.
-
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- exclamaron en un solo grito, mientras sus dedos
entrelazados se presionaban entre si, por el placer que iba entrando en ellos.
Rocío finalmente se
colocó sobre él, que acariciaba su espalda, y dejó que él entrar en ella. Ambos
se miraban a los ojos mientras ella empezaba a saltar sobre él, en un vaivén
que acompañaba sus latidos acelerados. Él aprovechaba para besar sus pechos y
su cuello.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH-
gritó ella, reclinándose hacia atrás.
- AHHHHHHHH COMO ME
GUSTAS RUBIECITA…- exclamó el, dejando que sus manos tomaran las caderas de
ella para acelerar aún mas los movimientos.
- AHHHHHHHH NO MAS
QUE VOS A MI, GASTI…- sonrió ella, con el rostro perlado de sudor.
Él la atrajo a su
pecho, abrazandola, rozando su cuello con sus labios, mientras iban llegando al
máximo placer.
- ¿Querés apostar?-
susurró en su oido.
Ella volvió a
mirarlo a los ojos, mientras juntaban sus frentes y tenían un orgasmo
simultáneo.
-
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.
Acabaron al mismo
tiempo, sintiendo que se transformaban en un solo ser, sellando el amor que los
unía. Ella lo besó con amor y delicadeza, sin dejar de sonreirle.
- Gracias, mi amor-
logró decirle unos minutos después.
- ¿Gracias?- la miró
extrañado.- ¿porqué?
- Por cuidarme, por
conocerme tanto… por amarme…
Él negó con la
cabeza, mientras sus brazos se posaban a los lados de sus hombros y sus labios
bajaban una vez más, rozando los de ella.
- Gracias a vos…- la
besó.- Vos me enseñaste lo que es el amor… y tu amor me cambió para siempre…-
susurró.
- No me dejes nunca,
Gas…- exclamó ella, besándolo otra vez.
- Nunca, mi amor…
estamos unidos de por vida…- sonrieron y, entre besos, finalmente se quedaron
dormidos, abrazados, juntos…
Sus respiraciones
empezaron a calmarse, pero ella no salió de él. Se limitó a abrazarlo con
fuerza, para que sus cuerpos empezaran a relajarse juntos, mientras sentía el
latido de su pecho en el suyo.
- No importa lo que
pase…- exclamó ella al fin.- Siempre sos capaz de lograr que me olvide de
todo…- lo besó, sonriendo.
El la miró con
ternura.
- Mientras nunca te
olvides de mi…- bromeó.
- Nunca…- prometió
ella.- Estamos unidos ¿te acordas?- compartieron una mirada de complicidad,
mientras ese abrazo los fundía una vez más. Realmente no tenían ganas de
soltarse.
**************************
Lali y Euge caminaban
por la calle, con varias bolsas en las manos. Iban charlando
despreocupadamente.
- Entonces resulta
que…- decía la morocha, interrumpiéndose al ver el rostro sorprendido de su
amiga.- ¿Qué pasa Eu?- la rubia se limitó a señalar hacia delante.
Ella levantó la
mirada y entonces su rostro tomó la misma expresión que el de su amiga.
Ninguna podía creer
lo que veía.
--- Tatiii <3
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